Ah, los cambios… esa cosa tan presente en nuestro día a día. Todo el mundo habla de lo importante que es hacerlos y, sin embargo, todo el mundo está apanicado de hacerlo mal y terminar en el fracaso.
¿Has escuchado esa frase de “persevera 21 días para formar un hábito”? ¿Lo has intentado? ¿Qué pasa en el día 21? ¿Y cuántos de nosotros lo dejamos el día 22 porque no lo logramos? Pues… es que la mente humana no es tan matemática.
Algo de ciencia
Nos gusta pensar que el cambio será rápido y de camino suave… y ahí es donde nos equivocamos.Un estudio de la UCL de hace un par de años, descubrió que la idea de los “21 días” no es mas que un mito… ¡Ya sé! Otra mentira que nos hemos creído.
Pero bueno, drama aparte, la idea es esta: puede ser que te tome 21 días desacostumbrarte a algo, pero ¿cuánto crees que le tome a tu cerebro formar nuevos caminos? Yo creo que depende de qué tan grande sea el cambio, ¿no te parece?
Decir que tardamos 3 semanas en desaprender y reaprender algo es… irreal cuando se trata de metas grandes, de dejar de quejarte, de ser más buena gente con quien no te cae bien, de disfrutar más tu trabajo… de esas cosas tan grandes y tan “etéreas” que a veces parecen buenos deseos. ¿Sabes de qué hablo?
Paciencia
Vivimos en una época del “fast” todo y hemos olvidado el arte perdido de la paciencia. Pensémoslo así: Si ya decidiste que vale la pena la meta, ¿por qué no caminar el camino por más de 21 miserables días?
Y ahí está otra clave… SI es que vale la pena.
Y es que a veces nos ponemos unas metas sin sentido, sin alma, por ego, que ni nos hacen mejores a nosotros ni a quien nos rodea.
Ahí, en esas mal llamadas “metas” es hora de saltar del barco. Cuando abandonamos un proyecto, asegurémonos de que no sea uno que nos va a hacer brincar al techo de la emoción y satisfacción.
No tires la toalla
Así que, lo primero es saber que es una meta que quieres, necesitas y estás dispuest@ a vivir porque te va a hacer mejor persona o a mejorar tu vida de alguna manera, pero te quiero dar 3 ideas más para no tirar la toalla en el día 22:
1. Conoce tus límites (y los del sistema métrico decimal)
Levante la mano ¿quien decide: comer sano, iniciar una nueva rutina de ejercicio, cambiar de actitud y buscar una nueva ruta al trabajo… el lunes? Pero no un lunes diferente, el mismo.
(Pista: mi mano está levantada)
Asi que, por favor… un poco de autoconsciencia.
Repite conmigo: “No puedo hacer todos los cambios de mi vida en un día”
Mejor cómprate una agenda y síguela. ¿Cómo vas a ayudarte a hacer mejoras en tu vida si te pones en las peores condiciones para lograrlo?
2. Prioriza tus batallas (no todo es igual de importante)
¿Entonces no hay que hacer nada? Pues… no, tampoco digo eso. Digo que hagas un plan, analiza cuál de los cambios que quieres hacer puede catapultar otros (o aunque sea servirle de banquito) elige la que más áreas de tu vida toca, la que puede ayudar a otras y que si tienes esa facilitará el camino para las del próximo mes.
Cuando más o menos asimiles la nueva rutina y la hagas un hábito, intenta con una nueva sin soltar la primera, porque lo que no se ejercita se olvida. Así que suma, no suplas.
3. Haz una revisión de cuánto has avanzado
¿De qué sirve plantearte un objetivo si no te das cuenta de que lo alcanzaste? Y no es tan irreal, a veces nos ponemos metas como “ser mejor” y como no sabemos las cosas específicas que implican ser “mejor”, a veces llegamos a la meta pero ni nos enteramos. Así que, cuando se trate te hacer proyectos, asegúrate de hacerlos realistas y tangibles. ¿Cómo vas a medir que eres más puntual, más paciente, más ordenad@? Por escrito, baby!
Y haz revisiones semanales (si las diarias te dan la peor pereza), revisa qué has hecho, aunque sean pasos pequeños todo cuenta. No te claves mucho en lo que no lograste o hiciste mal, activa el chip de darte cuenta de los pasos que estás dando hacia tu meta.
No des por hecho este paso, las porritas personales son, a veces, la diferencia entre seguir o tirar la toalla.
Nos gusta pensar que tenemos todo bajo control, que somos dueños de una rutina de vida, pero lo cierto es que mientras pensamos todo esto, nuestra sangre ya es una nueva, tal vez nuestro estómago también y con suerte hasta nuestro hígado está compuesto de células completamente nuevas. Porque estos procesos duran minutos, días y semanas.
Si… todo cambia, pero cuando se trata de las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos, no cambiamos con poco esfuerzo y lo que vale la pena, definitivamente no en 21 días.
¿O qué opinas? ¡Dime qué piensas sobre este tema!
Te mando besos,
Lore