¿Nunca te ha pasado voltear a ver tu dinámica familiar y desesperarte porque no es como debería ser? ¿Qué haces? Te enojas, tal vez y dependiendo tu rol en casa, regañes al resto de los miembros de tu familia pero estás tan enojad@ por no estar a la altura de tu expectativa familiar, que el enojo te nubla y no haces nada. No pones en práctica nada, ni propones cambios, ni pides opinión, ni preguntas si los demás también ven un problema o es a ti a quien se le zafa un tornillo con frecuencia…
Desear cambiar las cosas a algo mejor funciona sólo cuando conoces bien la situación, la has analizado, la has estudiado, y la has visto objetivamente con cualidades y defectos. Pero… si no haces ese análisis, tu aspiración se convierte en un motivo de ansiedad porque aunque tienes la mejor intención, no lo logras. No lo logras porque no estás haciendo una comparación realista, objetiva ni constructiva.
Creo que el problema de los seres humanos en general y de las familias en particular es compararse con una idea de lo que deberían ser, ponerse modelos inalcanzables, compararse con otras familias que aparentemente son muy felices, de adolescentes queremos que nuestra mamá sea como la de nuestra mejor amiga, o nos gustaría tener la misma relación que tiene Juan con sus hermanos… siempre vemos a los demás (parcialmente, no lo olvides) y elegimos que queremos ser como ellos ¿por qué? ¿por qué hacemos eso? Se nos olvida que lo que vemos de las personas y de las familias no es mas que la punta del iceberg. No sabemos todo lo que han pasado o siguen pasando para mantener ese estilo de vida y esa imagen que admiramos. Se nos olvida que nadie es sólo lo que aparenta sino que los cimientos de esa estructura de personalidad o de familia pueden no ser los más sanos, pero claro… eso no se presume.
El tema aquí, sin entrar en casos particulares, es la manera en la que tú te ves a ti mismo y a tu familia. Las metas que comparten, los objetivos de cada uno, la dinámica que tienen. Primero se trata de tenerlas muy claras, y verlas con objetividad. Luego ya pones otras metas, “estiras” a la familia para alcanzar una mejor dinámica, un mayor interés en los proyectos de todos, más respeto, más responsabilidad, lo que necesites. Pero ya que viste con objetividad donde están parados.
Los objetivos que pongas en tu relación familiar tienen que ser claros, alcanzables, positivos y sin comparación con nadie más.
Quienes han trabajado conmigo saben que me encanta hablar sobre las cosas que pasan cada vez que sale de nuestra boca la palabra “debería”… y es que lo que venga después va a hacerte sentir mal, invariablemente. Así que cuando dices “una familia debería ser de tal manera” “la familia debería mantenerse unida”, “las mamás deberían amar a sus hijos siempre” “los papás deberían darle más tiempo de calidad a sus hijos” “los hijos deberían obedecer a sus padres” y otra seria de DEBERES… ya valió.
Y ¿sabes por qué? Porque ninguna familia es perfecta, es más, distamos mucho de ser una familia perfecta y nunca lo lograremos porque estamos conformados, como familia, por seres absolutamente imperfectos: que se equivocan, que gritan cuando no tienen que gritar, que se enojan de todo, que chantajean consciente o inconscientemente, que son berrinchudos, que arman alianzas con otros miembros de la familia, que se burlan “en buena onda”… y al final las cosas no salen tan buenas como esperaríamos.
Para hacer un cambio, debes partir de lo que ES, no de lo que debería ser.
El propósito de esta semana
Acepta – Visualiza – Modifica tu dinámica familiar
¿Cómo?
Te propongo aceptar que así ES la dinámica en tu casa, cuando hayas analizado y aceptado la situación, establece a qué punto te gustaría llegar con ellos (tal vez sea aumentar la comunicación porque sientes que estás viviendo con extraños) y haz una lista de estrategias para llegar a ese punto (que nadie use el celular en la mesa y se vean obligados a verse las caras, por ejemplo).
Comparte con la familia tu idea, el problema que ves, la situación que no está yendo bien y haz tu propuesta. Escucha y sé empátic@ con sus reacciones y comentarios, adapta tu propuesta para incluir la mayor cantidad de recomendaciones posible. Cuando el proyecto es de todos, lo viven más, no lo sienten impuesto, participan más y mejor, y logran cambios permanentes.
¿Te animas a cambiar tu dinámica familiar con objetividad y propuestas?
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