Creencias caducas

¿Qué haces con la leche que caducó hace 5 días?
¿Qué haces cuando ves que a un jitomate le salió moho?
¿Le quitas “lo feo” y te lo comes?
¿Lo tiras?
¿Lo guardas hasta que alguien más lo tire porque tu “sientes feo”?

Personalmente era de las últimas… y me ha costado pleitos con Alfredo, mi novio (él odia la idea de comerse algo caduco y yo siempre decía que tenían un “periodo de gracia”) pero finalmente entendí que después de ese tiempo No porque algo no te haga daño significa que te nutre. Y ya ves como voy por la vida encontrando significados, me di cuenta que esta “máxima” aplica a todo en la vida: a la comida, a las relaciones, por supuesto a las emociones pero hoy quiero hablar de los pensamientos caducos.

Hay muchas cosas que decir sobre pensamientos que estorban o ya no sirven, no porque sean malos o desagradables por sí mismos sino porque no te nutren en tu YO actual. No te sorprendas si te digo que lo mismo que haces con esa leche, lo haces también con tus ideas, pensamientos y experiencias. 

¿De qué estás hablando, Lorena?

Piensa cuando eras niñ@…

Recuerda un día hiciste algo que hizo enojar a tu mamá (o a tu adulto significativo) y él o ella soltaron una declaración fuerte, rotunda, concisa y precisa… sobre ti, sobre los niños, sobre los adultos, sobre el desorden, sobre el trabajo duro, sobre ser flojo en la escuela… you name it! Tal vez tienes grabadas sus palabras, tal vez sus gestos, tal vez lo que hizo después de decirlas… el impacto emocional que tienen en un niño las palabras de un adulto significativo para él cuando está enojado, se quedan “pegadas” en el corazón por siempre… o al menos hasta que decidas despegarlas.

A partir de ese tipo de experiencias con tus adultos importantes empezaste a conformar un tejido  de vivencias al que le fuiste anexando más experiencias, opiniones y circunstancias de tu vida, viéndolo todo bajo la misma lupa: la de la opinión de quien más quisiste en tu infancia.

Tal vez al llegar a la adolescencia decidiste que no creías eso y te fuiste hacia el extremo contrario, pero no por convicción sino por rebeldía. Eso tampoco nutre. Siguiendo con la analogía de la comida es como cuando tu mamá te dice en el súper “no te compro las sabrisalchichas con salsa super picante porque ni te las vas a acabar” y tú, para demostrarle que estaba en un error, te acabas las mentadas salchichas aunque sepan asquerosas. Las reglas que hacemos basados en la rebeldía tampoco nutren nuestra existencia y nos ponen a la defensiva.

Aquí está el tema álgido… A veces estamos tan acostumbrados a filtrar todo por el mismo esquema de pensamiento, bajo la misma lupa, con las mismas reglas… y ni siquiera lo cuestionamos. Pasó hace tanto tiempo o bajo circunstancias emocionales tan fuertes que no se te ocurre preguntarte si sigues creyendo o rechazando eso que te dijeron, y si es por ti o por un “enganche” con esa persona. Así, estás manteniendo en tu despensa emocional latas que caducaron hace 5, 10 o 20 años.

¿No te parece un espacio absurdamente desperdiciado? Y claro, cuando estás ocupando un espacio con algo caduco, no hay lugar para lo nuevo, lo rico, lo nutridor, lo que va más con tu estilo de vida actual.

Hay una razón (que no es justificación) por la que somos así. Los seres humanos somos acumuladores por naturaleza, y ¿te digo un secreto? Las mujeres aún más… piensa en nuestras mujeres cavernícolas. Tenían que cuidar lo que tenían para comer porque no sabían cuando iba a volver a haber un festín para alimentar a todo el clan. Nuestro cerebro pensante está aún muy atrasado respecto al cerebro instintivo y evolutivamente desconoce que tenemos comida al alcance de la mano, sigue pensando que debe aferrarse a lo que hay.

Una tarea para ti

Te quiero invitar a hacer un experimento: ve a tu despensa y checa las fechas de caducidad, te aseguro que encontrarás algo que ya no es consumible ¿no? ¿eres súper tikis mikis con la comida? Ve al gabinete de medicinas ¿peor de tikis mikis? Ve a tu closet y saca todo lo que no has usado durante el último año… pon atención, disfrútalo, no lo hagas pensando “claro que no es cierto, yo fluyó y no me aferro” porque entonces el ejercicio más que ayudarte te va a enojar y noo es la idea para nada.

Luego de verlo físicamente, ve a un cuaderno y escribe algunas ideas que te vengan a la mente sobre creencias que tienes desde niñ@, no las juzgues, sólo escríbelas, y luego marca con rojo las que podrías cuestionar, el simple hecho de considerar cuestionarlas ya es un GRAN avance! ¿Has jugado Jenga? Plantearte la idea de cuestionar una creencia que rige tu vida es como decidirte a mover una ficha de Jenga, con todo el cuidado que puedas pero sabiendo que para no perder, tienes que mover.

¿Qué creencias caducas tienes?
¿Qué puedes hacer para que no te limiten en el camino a tu mejor YO?

 

¡Cuéntame qué descubres! Me va a emocionar y a divertir mucho saber qué 20s te cayeron esta semana.

 

Te mando besos!

 

lorena@educacionemocionaldescubre.com

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