Hace años ya, solía enviarle un correo a mi tribu virtual donde me comprometí a compartir las cosas que me habían obsesionado durante el mes. Desfilaron canciones, maquillajes, libros, recomendaciones de series, velas, plumones… en fin, todo lo que hizo mi vida más mágica durante ese periodo de días que para fines prácticos llamamos “meses”.
Hasta que… dejé de sentir la magia.
No es que se haya ido, es que yo estaba taaaaan consumida en cosas que hacer, cursos que crear y personas que cuidar, que me distraje de la magia de mi vida. Sólo veía deberes, obligaciones y enormes responsabilidades.
No me entiendas mal… me encantan. Soy una ñoña y siempre he tenido muy claro que uno de mis valores es responder a lo que me comprometí.
El tema es que cuando tu vida se vuelven SÓLO responsabilidades y nada de magia… bueno, pues te agotas. (como yo con mi burnout), dejas de crear, dejas de pensar con claridad, dejas de hacerle caso a tus emociones y tu cuerpo te empieza a gritar:
“No has puesto atención a lo que te estamos diciendo, reina”
Allí es donde me encontré por un par de años.
Pero fui ciega, a que no me sentía bien, a que estaba desconectada de mis emociones y de mi cuerpo y sobre todo a que tenía el mejor pretexto del mundo… estaba HACIENDO mucho.
En esta sociedad nos han hecho creer que entre más produzcas, más vales… y aunque desde muy chiquita he sabido que no comulgo con esa idea, si llegaron a mi las olas donde me decía a mi misma “no has cerrado la computadora en 10 horas” “son las 2 de la mañana” o “tiene meses que no usas un domingo para descansar” e inmediatamente ahuyentaba a esas moscas-pensamiento diciendo “PERO ES PORQUE ESTOY TRABAJANDO”
JA!! Como si eso lo hiciera sano, positivo y constructivo para mi, para mis alumnas, clientes y familia.
Fue hasta este año (que declaré el año de la tristeza en mi vida) que pude hacer un alto y darme cuenta de TOOOODO lo que traía cargando, los disfraces que le puse a conductas súper dañinas y rastrear hasta los 6 años sensaciones y experiencias que me hacían sentir muy mal.
No te voy a decir que ha sido sencillo, ha dolido a madres y he llorado como nunca… pero como también he sentido y conectado conmigo COMO NUNCA antes. Le tenía tanto miedo a la tristeza que no me había detenido a darle su lugar en mi vida… y como sabiamente me dijo Lilia mi terapeuta/amiga/regalo divino, estaba haciendo un duelo que por años me había negado estando: enojada, feliz u ocupada.
Cualquiera de las 3 era mejor que sentirme triste (#not).
Y hoy, después de mucha terapia, de abrazar mi sombra, de llorar como imbécil en el hombro de Alfredo (aún tiene mi rímel en su playera), después de mucho colorear, muchos espacios de caminata en la naturaleza, yoga y tiempo conmigo, por primera vez en 10 meses le dije a Cass, la Project Manager y maga de Descubre:
Puedo decir con mucho orgullo y sintiéndome muy valiente por escuchar a mi tristeza (que era una de las cosas que más miedo me daba en la vida) y es súper sabia, súper linda y súper suave… desde que empezamos este trabajo en enero, le dije (sugerencia de Jessica otra de mis mentoras/amigas/hermanas del alma) que estaba dispuesta a recibir sus mensajes “pero hazlo con amor, con suavidad por favor” (sip, “con amor carajeé” a mi propia tristeza). Y ella que es tan bella, no quedó mal… me dejó ver que tiene muchas lecciones para mi y siempre me las entregó con cariño, con gente chingona que me acompañó y acompaña en el camino y con aprendizajes claros al final del túnel. Mi tristeza es una chingonería!! Y yo también.
10 meses después de hacer consciente que lo que yo necesitaba no era ser más productiva o sonreír más, era ESTAR TRISTE. Me parece súper simbólico llegar a esa conclusión el día de brujas porque para mi una bruja más allá de los mitos y las concepciones sociales absurdas es una mujer que reclama el poder del que es dueña y lo usa para cambiar el mundo.
Hoy, después de años, envié Obsesiones a mi tribu.
Ahora que la magia está dejándose ver de nuevo en mi vida, volveré a compartirte lo que encuentro en mi día a día que me acerca a mi verdad y a mi paz, espero que te sea util y espero que también me compartas tus Obsesiones, hagamos el ejercicio de cachar la magia en el día a día.
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Una de las lecciones de la tristeza en mi vida ha sido que todo es más simple de lo que quiero que parezca, así que encontraré la belleza y la magia en todo lo que se me presente. Seguramente habrá meses donde esté más distraída y te deje dos cosas, o una… y otros meses donde escriba docenas… lo que si puedo garantizarte es que quiero darme permiso de experimentar el compartirme contigo y no “tener que” escribirte y llenar el mail de cosas “cool”.
Eso no.
Preferiré no mandar nada y decirte “este mes estuve distraída, besos”.
Quiero partir del gozo y no de la obligación, quiero compartir contigo solamente las cosas que que DE VERDAD disfruto. Será un ejercicio para mi, para observar, estar presente y compartir contigo lo que me asombra y me obsesiona.
Pero ¿A qué te refieres, Lorena? ¿qué “cuenta” como obsesión?
Ah… este mundo en el que vivimos donde “si no lo haces hasta cierta métrica (generalmente arbitraria), NO CUENTA” me obliga a clasificar mis obsesiones… así que ahí te va:
Una obsesión en el contexto de Descubre (y mío) es algo que te llena de emoción y que aprovechas para DISFRUTAR y conocerte en el proceso del gozo… cómo piensas, cómo sientes, qué te da placer, qué te asombra, qué te conmueve, qué te indigna, qué defiendes con el alma… Obsesiones.
Puede ser…
Algo que te hace abrir los ojos maravillada, fijar la vista, abrir la boca… wow.
Algo que enternece tu corazón, humedece tus ojos, te hace conectar con tu sensibilidad… wow.
Algo que te hace respirar más profundo, sonreír ligeramente, cerrar los ojos agradecida… wow.
Algo que te hace des-acelerar, estar presente con todos los sentidos, elevar tu consciencia… wow.
Algo que te hace darle vueltas porque la verdad que hay en esa experiencias, frase o acción no puede pasar desapercibida. Por algo la atestiguaste, escuchaste, estuviste presente cuando se generó… wow.
Tu obsesiones…
No tienen que ser una cosa inmensa como las pirámides de Egipto o súper sofisticada como la copa perfecta de Martini… aunque puede serlo.
No tienen que ser ruidosas como un concierto ni apantalladoras como un flashmob… pero pueden serlo.
No tienen que ser deliciosas como un Ben & Jerry’s de brownie, ni hilarantes como la serie New Girl… pero pueden serlo.
No tienen que ser armónicas como pintura renacentista ni tabúes como el arte contemporáneo… pero también puedes encontrarlas allí.
No tienen que ser épicas como Harry Potter ni caseras como el nuevo shampoo que deja tu cabello oliendo a mango… pero pueden estar allí.
Tus obsesiones pueden estar…
En un baile de Beyoncé, y también en el de tu hija, sobrina o alumna cantando “el burrito sabanero”.
El dulce sabor de una taza de chocolate con canela y la conversación que se da mientras lo bebes.
En el color rojo de los árboles camino a casa y en la sensación de un baño tibio acariciando tu espalda.
En el movimiento sensual de Demi Moore en Striptease y en cómo se acomodó tu pelo al despertar
En la quietud de un libro y en el movimiento de una pista de baile.
Si… ya sé que mi clasificación no te aclara mucho porque “básicamente puede ser todo”… y si, de eso se trata.
Las obsesiones de las que hablo son invitaciones de la vida a conectar con el presente que es tu vida.
El presente porque no es ni el pasado y no es el futuro donde está la oportunidad más próxima de ser feliz.
El presente porque (como decía Kung Fu Panda) es una regalo y por eso se llama PRESENTE.
¿Te apuntas a observar más magia en tu vida? Apúntate en mi lista de correo y te llegarán mis obsesiones (junto con mi podcast de los viernes y mis anuncios para que no te pierdas de mis próximos talleres.)
Déjame aquí abajo en los comentarios cuáles fueron 3 cosas que “contaron” (wink wink) como obsesión para ti durante este mes y déjame tu correo aquí si quieres que te cuente las mías del mes que entra.
Besos!!!