Masculinización de una flor

Tengo una pregunta para ti

¿Qué prefieres? Una vida llena de logros económicos y profesionales o una vida plena y con un crecimiento emocional rico y pleno.

¿Será que se pueden tener los dos estilos de vida al mismo tiempo o será necesario escoger uno solo?

En este tiempo que se ha llamado “la era de comunicación”, donde por cierto pareciera que nadie se dice nada, donde la vida es tan competitiva y pareciera que es parte de la naturaleza humana ⎯sin importar el género⎯ lo único que buscamos es llevarnos al límite máximo para llegar a ser “él o la más…”

¿No te da flojera pensar que en pleno siglo XXI aún tengamos que buscar el hilo negro de la igualdad de géneros y la armonía entre minorías y grupos radicales?

Y peor aún… ¿por qué como mujeres estamos dejando de lado nuestra naturaleza emocional y sensible por tratar de ocupar los mismos lugares de trabajo y “estar igual” que los hombres? Incluso ellos, dejan de lado las emociones como muestra de superioridad y poder.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía con datos de la Encuesta Intercensal 2015, en México la población de mujeres representa más de la mitad de la población total (51. 4%) con respecto a la población de hombres (48.6 %), lo que implica una relación de 94.4 hombres por cada 100 mujeres.

Ubicadas en un contexto de cambio tras décadas de lucha feminista por la igualdad de los derechos entre mujeres y hombres, hoy es muy fácil emitir un juicio negativo contra cualquiera que haga el intento por regresar a “costumbres pasadas” o “tradiciones” basadas en el tipo de familia nuclear.

O aquello que sugiera que una mujer que prefiera usar falda en lugar de pantalones, vestir colores claros  y románticos, o que prefiera pasar una tarde suspirando por amor y leyendo algo de poesía, puede sonar algo retrograda, incluso inaceptable.

De acuerdo a las estadísticas del INEGI en 2017, mas del 50 % de la población económicamente activa somos mujeres, y de ese 50 % solo el 13 % tiene a su cargo una jefatura, es líder de equipos organizacionales o encabeza proyectos de investigación.

Ese porcentaje representa mujeres trabajando, mujeres fuera de sus casas, mujeres que son esperadas en casa por sus familiares en lugar de esperar y tomar un papel secundario en la economía del país.

En este punto ¿estamos acaso frente a una posible igualdad de genero cada vez mas normalizada en la sociedad o simplemente vivimos en un mundo cada vez más competitivo?

¿Será que importan más los logros laborales, académicos y económicos, que el desarrollo personal?

¿Qué tan real es la naturalidad con la que decimos “conectar con el yo interno” en un mundo donde cada vez está mas presente la competencia, el poder, el dinero, el éxito y la eterna lucha por ser “el” y “la” primera”?

Tomando en cuenta que la mujer promedio de acuerdo al marketing del siglo XXI, prefiere un estilo mas suelto, libre, cómodo, arriesgado y hasta cierto punto un poco andrógino, ver de vez en cuando el contraste de un estilo mas “vintage” o más “clásico” hablando de la vestimenta en el lugar de trabajo regularmente es mal visto. Ahora hasta vemos que se califica como retrógrado y hasta ofensivo para la mujer amazónica, versátil y multitask del día de hoy.

Pero ¿qué pasaría si le quitamos la vestimenta, los títulos y reconocimientos, la bolsa de marca, los zapatos que te dan estatus? Si las dejáramos desnudas a todas en un solo cuarto donde lo único que hubiese fueran ellas mismas… únicamente con sus creencias, sus ideas y nada más que su esencia.

Estoy segura que veríamos flores en un campo natural, donde no habría juicios.

Flores que se dejan llevar por el viento, que comparten su perfume y lo dispersan en forma de creencias, ideas y voces que suenan fuerte con todas las demás.

Flores que con sus colores, formas, espinas, pétalos y hojas, nos damos cuenta que pertenecemos a este género tan hermoso, donde nuestra naturaleza es SER HERMOSAS.

Con la naturalidad de ser y querer vivirnos bellas, maternales, firmes, cariñosas, protectoras, libres… y todas esas cualidades que se fusionan para conformarnos como mujeres.¿Y qué crees? ¡Eso es perfecto!

La lucha por el lugar en la sociedad que nos saca de las casas para ir a trabajar hombro con hombro en las empresas u oficinas con los hombres, enfermarnos de casi las mismas cosas que ellos (o al menos con mayor similitud a la observada en la década de los cincuenta), ha modificado la rutina, gustos e ideas de la mujer actual.

Me atrevería a decir que hasta la fisiología de esos cuerpos femeninos se está adaptando a una nueva forma de sobrevivir.

El cada vez más común síndrome de ovario poliquístico, miomatosis uterina, enfermedades relacionadas con la fertilidad, y afecciones mentales que afectan al estado de ánimo en el puerperio, deberían de obligar a concientizarnos del medio en que, como mujeres, nos desenvolvemos.

Pero ¿acaso es una adaptación que está siendo mal interpretada por nuestra anatomía?

En México se observa un aumento cada año en la taza de infertilidad y esterilidad femenina entre las mujeres que deciden ser madres entre los 25 y 35 años. Las causas son muchas y variadas pero la más común es la falta de movilidad de los cilios internos de las trompas de falopio (pequeñas vellosidades) que sirven para “transportar” al óvulo al interior del útero para que pueda ser fecundado.

El cuerpo es sabio, entonces es posible que esté reaccionando a estímulos del medio en que nos desarrollamos y pone la maternidad y fecundidad en segundo término, donde pareciera que es mejor subsistir “de a uno”.

En España, donde las mujeres de forma electiva pueden asistir con un especialista a solicitar un método de esterilización definitiva, primero tuvieron que pasar por una revisión psicológica y médica, para “verificar“ que la decisión que han tomado la han considerado en pleno uso de sus facultades, y están más que informadas a cerca de lo definitivo del método.

¿Será que la hostilidad y competitividad del medio laboral, orillan a las mujeres a tomar esa decisión?

Es verdad que el problema de sobre población en el mundo ha hecho reflexionar a los jóvenes adultos sobre la paternidad. Un estilo de vida complicado en un mundo donde la economía pinta un panorama cada vez mas nublado y la industria alimentaria está cada vez mas viciada por intereses particulares, ha mermando el “deseo” o la idea planeada de ser padres o madres.

Mujeres que trabajan y buscan subir la escalera corporativa, alcanzar la cúspide en el mundo laboral y el reconocimiento de los demás ¿son mujeres sin el gen de la maternidad?  Y de ser así ¿por qué estaría mal?

¿La supervivencia de la especie es únicamente a través de la preservación de nuestro ADN en cada ser humano a través de la maternidad y la paternidad o puede ser mantenida por el arte, la tecnología, la cultura que pasamos a los más jóvenes o a nuestros hermanos y hermanas?

Los cuerpos humanos se adaptan al medio ambiente. Las mujeres: flores con tanta variedad y vitalidad natural, aún más.

En un mundo donde cargar con la responsabilidad de la crianza de otro se vuelve una desventaja, ¿no sería lógico que se adapte y reduzca a “voluntad y por supervivencia” su capacidad de reproducirse… y florezca la capacidad de “masculinizarse”

¿La masculinización es la única forma de convivir con el género masculino, para que parezca más equitativo? ¿Ó es solo una idea que el marketing y las distintas industrias de consumo masivo nos quieren hacer creer?

Espero que no falte mucho para que llegue el día en que podamos convivir hombres y mujeres, en donde la capacidad de comunicar nuestras emociones sea tan valorada como lo es hoy la competitividad… que ser una flor sea una fortaleza, sea algo que nos haga sentir seguras y orgullosas, pertenecientes, dignas, plenas y lo más importante, NOSOTRAS MISMAS.

 

Algunos datos de interés.

* Datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, indican que en el trienio de 2011 a 2013 la tasa global de fecundidad es de 2.21 hijos por mujer.

* En México y de acuerdo a las estadísticas educativas, en el ciclo escolar 2015-2016, uno de cada dos estudiantes de nivel superior es una mujer.

* En 2015, 82.2% del total de la población tiene afiliación a servicios médicos; de esta, 52.4% son mujeres

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