En el post pasado te conté sobre la boda de una de mis mejores amigas y cómo pude sentir su felicidad como si fuera mía, hablamos de la “magia” que existe en la amistad, de las cosas que compartes con los que consideras amigos y de muchas cosas (si eres nuevo o si te lo perdiste,encuéntralo aquí)
Te prometí que te diría por qué a algunas personas les cuesta trabajo abrirse con otros, y por lo tanto no tienen buenos amigos. Tengo la historia perfecta para este punto fundamental de la amistad:
Hace unos cinco años fui a la papelería de la vuelta de mi casa y estaba esperando que me dieran mis copias, cuando una mujer muy acelerada entró a platicar con doña Regina, la dueña de la papelería. El diálogo fue más o menos así:
– ¿Cómo está, señora? ¿Cómo sigue? – pregunto doña Regina
– Uff, vuelta loca… ahora que los niños están en finales y yo con la casa patas para arriba, no tengo tiempo de nada, ya no quiero hacer nada…
En ese momento la señora que había entrado volteó a verme y me dijo sin previo aviso y con una sonrisa en la cara:
– Mi marido me dejó el mes pasado
Mi reacción:
Whaaat? Señora, no sé ni cómo se llama y me está poniendo muy incómoda que me hable de cosas cuyo contexto desconozco y que verdaderamente… no me interesan.
Lo que pasó en la papelería es algo que recuerdo siempre que quiero hablar de intimidad. Han pasado años y ahora lo veo con otros ojos pero siempre recuerdo a esa mujer que claramente tenía un problema en su vida y quería compartirlo con alguien, pero yo era literalmente una desconocida para ella. ¿Por qué me lo estaba contando? ¿Y de esa manera tan abrupta, tan poco personal? ¿y arriesgándose a la respuesta que recibió de mi parte… un silencio incómodo e ignorante de la situación?
Nunca sabré la razón específica porque no conocía a esa mujer lo suficiente como para entenderla pero la respuesta que me doy es: tenemos que educar nuestra intimidad. La intimidad es eso que nos pasa y nos toca fibras muy personales, que nos duelen, que tratan sobre un tema con el que tenemos conflicto, que nos deja sin aliento, que nos hace llorar, que nos hace sentir vulnerables…¿lo identificas?
La intimidad, como el amor, no tiene sólo un contexto sexual, es parte de nuestro ser más profundo y es fundamental darle su lugar. – Twitéalo
Lección 1: Elegir a quién le abres tu alma es la principal forma de cuidar tu intimidad.
Ok qué bonito pero… ¿qué tiene que ver eso con la amistad, Lorena?
¡TODO!
Los amigos son personas increíbles que dejas entrar en ese lugar íntimo de tu ser, el que toca lo más personal de ti, quien eres, qué crees y sobre qué estás parad@. Son personas a las que no tienes miedo de abrirles la puerta de ese lugar para que vean lo que hay dentro y te digan qué ven, qué opinan, qué te recomiendan, qué harían en tu lugar…
Tú dejas ver quién eres en lo que haces y en lo que dices, así que cuando tienes a tus amigos alrededor, no tienes más que empezar a hablar, a dar tu opinión, a criticar, a sancionar o a admirar a alguien para que ellos sepan qué hay dentro de tu corazón. Y hay personas que, de manera opuesta a la señora de la papelería… tienen mucho miedo a decir lo que está pasando en sus vidas. A nadie. O no todo. O no siempre.
La desconfianza no es amiga de las relaciones profundas. Si no confías, no creces. – tweet it
Asi que… en el otro lado de la moneda tenemos… a los que no permiten que nadie invada ese espacio personal. Se sienten incómodos, enojados, frustrados, muy vulnerables.
Y no es porque estén mal, es por muchos motivos, el primero por falta de confianza, por una mala experiencia con “amigos” anteriores, por haber sido niños bulleados, por un problema en la generación de vínculos positivos, por miedo al rechazo o a la burla… en fin, muchas causas muy comprensibles pero si perteneces a este grupo, por favor piensa esto: cuando no permites a tus amigos conocerte a profundidad, también estás cometiendo un error, igual de grave que ir por el mundo contándole tus penas a quien se deje.
Ese error se manifiesta en maneras diferentes: puede ser en relaciones de amistad superficiales, en decidir no tener amigos y negarte la oportunidad de que otros te ayuden a ir de puntitas o tener “amigos” que realmente son cómplices y no están interesados en el crecimiento mutuo.
Quienes conocen de qué está compuesta la felicidad no quieren en su vida relaciones superficiales, egoístas o estorbosas. Así que tampoco es buena idea evadirte de todo tipo de persona por miedo a que te lastimen. Es mejor idea educar tus emociones y tus relaciones.
Lección 2: Alimenta amistades que te inspiren a profundizar en tu propia intimidad.
Así que… ¿A qué grupo te pareces más? ¿Sabes manejar adecuadamente tu intimidad en relación a los demás? ¿Estás dispuesto a dejar entrar a otros para crecer y ser mejor persona? ¿Qué 20s te cayeron con este artículo? ¿Qué te gustó más? ¿Qué te quedas pensando?
¡Cuéntame, que me encantará saber!
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