Estoy viendo el partido entre santos y chivas (por accidente, he de decir) y acaba de pasar algo que me inspiró a escribirte un post: Giovani Hernández.
Resulta que falla varias posibilidades de gol y de repente el estadio entero empieza a corear “¡fuera Giovani, fuera Giovani!” y ahí es donde el partido llamó mi atención.
Me quedé pensando cuántas veces ese mismo “público” es el que literalmente “endiosa” a un jugador, lo hace “ChichaDios” o “San Ochoa”. Y ahora, gracias a la afición, un jugador sale del campo de juego. No quiero hacerme la sabelotodo pero puedo imaginarme que tener un estadio gritándote “fuera”, merma en tu confianza como jugador y si no la tienes bien formada, la personal también.
Y como no soy pambolera ni por asomo, mi mente reflexiona otras cosas, cosas más personales: pienso que la vida es como el futbol, como decíamos mi amigo Gabriel Bueno (Feliz cumple, Gabriel!) y yo en una plática que dimos en la empresa en la que trabajé.
Y hoy en particular, con todo esto que traigo en la cabeza y que he escrito en los últimos posts sobre la amistad y quienes invitas a tu vida, pienso en el daño que te hace escuchar a todas las voces que tienen una opinión sobre ti.
Vamos por la vida teniendo aciertos, logros, éxitos, cosas que los demás aplauden y conseguimos likes, notas de felicitación, abrazos, fiestas… y nos sentimos reafirmados en lo que somos, ganamos puntos de autoconfianza, nos sentimos fuertes y poderosos… me ha pasado, desde adolescente me acuerdo haber bajado de una ponencia que acababa de exponer en el Congreso de los jóvenes en prepa, y un maestro se me acercó y me dijo “les dije a mis alumnos que así, como tú lo hiciste, así es como se expone”. Me dio un apretón de manos y se fue. ¡Wow! Una palmadita en la espalda para mi “yo expositora”, y que ni me esperaba. (Claro, no sé quien era ese profesor y claro, no lo he vuelto a ver jamás).
Pero cuando algo no sale, cuando nos equivocamos, cuando nos pasan cosas o tomamos malas decisiones que nos hacen vivir cosas que no nos ponen en una buena posición, esa misma gente, el colectivo, ”ellos” son quienes tienen el poder de hundirnos más en nuestra “miseria” También me ha pasado, hace poco tomé una decisión de negocios de la que me arrepentí en pocos días, y la opinión de alguien que no me conocía fue “tienes que cambiar esa mentalidad para ser alguien” ¡Auch! ¿De veras mi mentalidad era taaaan mala? (Claro, tampoco lo he vuelto a ver desde hace meses)
¿Por qué nos damos permiso de escuchar todos los comentarios que nos hacen?
¿Por qué nos parece que ellos tienen el peso moral y sobre todo, el afecto hacia nosotros para juzgar nuestro desempeño?
Las personas que no te conocen, no pueden saber si eso tan increíble que hiciste fue un golpe de suerte o si ese error garrafal fue sólo un desliz en tu escalera para ser feliz. Escuchar las voces de los otros es muy sencillo pero también es peligroso, porque si no te conocen, no hablan con fundamento en quién eres sino en lo que vieron en un comentario.
Se siente vergüenza cuando alguien te hace un mal comentario, se siente orgullo cuando alguien te hace un cumplido pero no puedes dejar que todo lo que escuchas sea importante.
¿Tú cómo te ves? ¿Basas mucho de quién eres en las opiniones ajenas? ¿Compras totalmente los halagos o los abucheos de tu público?
Sólo quiero dejarte con esa idea para que le des vueltas… cuando actúas por los demás y por su reconocimiento, no creces… te vuelves un mejor actor.