Una vez más, las apariencias engañan

¿Qué es lo primero que piensas cuando escuchas la palabra “motociclistas”? ¿Motociclistas calvos, vestidos en cuero negro, con barba larga, canosa y lentes negros? Probablemente lo primero que te imagines no sea llamarlos para invitarlos a tomar el té, ¿verdad?

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Pues resulta que hay muchos niños que eso es precisamente lo que hacen. #AgárrateMana porque esto te va a sorprender y conmover seguramente tanto o más que a mi.

En Utah, EU nació una asociación llamada BACA: Bikers Against Child Abuse y se dedican a acompañar a los niños que han sufrido abuso físico, sexual y/o emocional. Su principal misión es hacer sentir a los y las niñas seguros y protegidos de un ambiente hostil o simplemente en el que se sienten en riesgo constante.

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¿Te imaginas haber sido víctima de bullying o de unos papás agresivos contigo y asomarte a tu ventana para pedirle ayuda a estos hombres y mujeres con pinta de matones y saber que estarán allí para rescatarte cuando te sientas en peligro?

¿O tal vez denunciar a un abusador y tener que carearte con él y ver que hay filas de personas con pinta de matones sonriéndote y diciéndote que todo está bien, que ellos te cubren? No sé tú pero si yo estuviera en ese lugar, eso es precisamente lo que me gustaría.

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Wow.

Conocer esta organización me shockeó por muchos motivos, a ver si estás de acuerdo conmigo:

Primero, como alguien que trabajó con niños por muchos años, este es un tema que me toca profundamente porque la carita que pone un niño cuando ha sufrido un abuso de cualquier tipo es una de las peores cosas que he experimentado.

Y no me entiendas mal, ODIO victimizar a las personas (no importa su edad) y los niños son mucho más fuertes y resilientes de lo que creemos pero un niño con la cara apagada no debería existir en este mundo, no cuando podemos hacer algo para detenerlo.

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Luego, al comprobar (por enésima vez) de que las apariencias engañan Y DE QUÉ MANERA. Que las personas, cuando les (y nos) quitamos esas capas de rudeza, mal gesto y desagrado que vemos, esconden un gran valor humano, que tienen una historia y que esa historia se queda corta cuando sólo vemos el cascarón del que están forrados.

Después, entender cómo la empatía es el camino para un mundo mejor. Est@s motociclistas rud@s son personas que han visto y vivido cosas y eso ha tocado su corazón para decidir hacer algo para que la injusticia en el mundo pare.

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Finalmente, porque con frecuencia subestimamos lo que podemos hacer desde nuestra trinchera para dejar de ser espectadores y convertirnos en verdaderos hacedores de cambios.

Por eso es que me quito el sombrero frente a estas personas que como padrinos de AA están a una llamada de distancia de los niños que los necesitan y están dispuestos a acudir en su ayuda no importando la hora del día que sea ni lo que tengan que hacer para que esos chiquitos se sientan cuidados y acompañados.

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Estos motociclistas no tuvieron que hacer nada fuera de lo común, sólo necesitaron voluntad y ganas de cambiar el mundo desde lo que ya hacían y allí (creo yo) está gran parte de su mérito: en hacer lo mejor que puedes con lo que tienes y ya haces, a veces creemos que hay que hacer grandes obras o grandes méritos, cuando el mundo está lleno de buenas obras que esperan ser realizadas por alguien que se detenga a observar.

A ti ¿qué otro aprendizaje te trae esta historia?

Te mando un abrazo conmovido.

Firma Lore

 

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