“No podemos hablar de nuestros papás como humanos con aciertos y errores. Al menos no con honestidad.”
¿Te hace sentido esa afirmación?

Cuando tenía 21 años, tuve una conversación con una de mis amigas de mi primer trabajo que me había preguntado el famosísimo:

– ¿Cómo estás?
– Mas o menos, me peleé con mi mamá
– ¿Por qué?
– Porque está loca
– Lorena Aguirre… nunca en mi presencia digas eso de tu mamá

No conocía a mi mamá. No sabía por qué yo me sentía tan frustrada. Y no, mi mamá no estaba loca. Era mi intento por explicar mi frustración al no estar en el mismo canal para casi nada en esa época.

Pero yo ya no pude seguir hablando. Y me sentí culpable por “faltarle al respeto” a mi mamá en presencia de una extraña (que no era tan extraña, porque era mi buena amiga del trabajo).

Hay muchos tabúes sobre muchas cosas en nuestra cultura.

El sexo. La maternidad. Y hablar de tu mamá, papá o cuidadores principales con verdad, como si fueran humanos y no ángeles que bajaron del cielo a hacer “lo mejor que podían”.